Cuando escribí en LA GACETA el 9 de octubre de 2021 una columna que titulé “Exaltación del periodismo” me refería a los premios Nobel de la Paz 2021 otorgados por el Comité Noruego a los periodistas María Ressa, filipina, y Dmitry Muratov, ruso. Valioso mensaje, además, por la significación que se le otorgaba a la prensa libre y su vinculación con la paz mundial. Aquí, en este Tucumán de los encuentros y desencuentros alternados -y con ritmo de mucha frecuencia- no se podría titular ningún artículo con aquello de la “exaltación del periodismo” teniendo en cuenta el accionar de funcionarios de nada menos que de la Junta Electoral Provincial (JEP). Importa decirlo: sus tres integrantes, con el mismísimo presidente de la Corte Suprema de Justicia, como titular de la misma, son miembros del Poder Judicial tucumano. Que le hayan limitado el campo de actuación de los periodistas de LA GACETA, tal como si fuesen directores y editores de filmación periodística. Marcaban lo que sí y lo que no se podía filmar. Una actuación torpe que incursiona en la limitación de los derechos a la información del pueblo por la acotación impuesta (casi expreso “manu militari”, porque en mucho se le parece) y el derecho de la prensa libre. Todo ello ocurriendo mientras está en vigencia plena la Constitución. Y los tratados internacionales sobre derechos humanos (sociales, políticos, entre otros, consagrados de jerarquía constitucional, en el Art. 75, inc. 22). La Junta Electoral Provincial tiene la obligación de ser absolutamente imparcial frente a la puja de los sectores políticos intervinientes que se expresan en los comicios. Y su responsabilidad es garantizar que esos comicios se llevan adelante y sobre todo a la hora de ordenar adecuadamente los resultados de la votación en un escrutinio con todas las garantías. Y uno de los factores que lateralmente aportan a esas garantías es la prensa. Su misión es mostrar todo y no parte. Y, particularmente cuando la “parte” es la que eligen mostrar los responsables de una Junta Electoral Provincial, saliéndose de sus responsabilidades y asumiendo la tarea abominable de censor de la prensa. Tucumán, en tiempo de elecciones, se hace notar (para mal) en el país. No somos un ejemplo sino de lo que no es correcto hacer. Mala fama, mala.

Carlos Duguech

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